La Escritura presenta la preparación del obrero teniendo primero que ser probado (Filipenses 2:22, 1 Timoteo 3:10) para después ser aprobado (Romanos 16:10, 1 Tesalonicenses 2:4, 2 Timoteo 2:15). Es en las pruebas que el caracter verdadero del creyente es manifestado y formado; la falta de fe en tiempo de adversidad demuestra la realidad de la vida interior. La aprobación del Señor y la confianza del hermano es para el que va através de la prueba pacientemente con la ayuda del Espíritu de Jesucristo. El mismo Único Quién es poderoso para mantener al obrero de caer, es igualmente dispuesto y en gracia esperando levantar al que ha caído por su propio descuido. (Romanos 14:4, Lucas 22:32). Fallar en una prueba no nos hace estar reprobados, pero ayuda a ejercitar nuestra alma para encontrar allí dentro el origen de la falla; la debilidad tal vez fue ignorada en ese tiempo, y ahora es revelada por la luz de la Palabra de Dios, pudiendo ser redireccionada y remediada en la presencia del Señor. Así como para el obrero reprobado, repetidas pruebas manifiestan que no hay utilidad o uso que pueda ser hallado en el sujeto; el metal reprobado es aquel que después de muchos intentos de ser purificado, aún contiene una inaceptable cantidad de impurezas, y para el cual esto lo puede volver inutil al propósito de cualquier refinación adicional y es entonces rechazado (Jeremías 6:29-30, 2 Corientios 13:5-6).
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Ultima actulización 2008/09/15